
No sé cómo empezó esta cosa extraña de las calles. No sé. Pasaron muchas cosas, pasaron las navidades, pasaron los regalitos envueltos en papel verde y rojo, pasaron los helados de vainilla, los parques y de pronto quedé en frente del vacío. El tiempo que estaba envuelto en papel de regalo se había ido a otra parte. Entonces los días empezaron a ser diferentes. Me empecé a sentir así, como en un asfalto. La vida se convirtió en eso, en el ruido de una vitrina que estallaba por un disparo y entonces los pulmones y los ojos y la geografía de mis manos se me llenaron de pólvora, me levantaba en las mañanas, inspeccionaba mi espectro difuso en el cristal y sentía como si me fueran a arrestar y tal vez la única opción que me quedaba era salir corriendo hacia la nada, correr por las calles, romperme, desconectarme, no había caso.
Rafael Chaparro
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