viernes, 30 de marzo de 2012

Físicamente no era más que el aire entre las teclas con las que yo la invocaba día a día a fuerza de escribir. Un soplo… y habría desaparecido. Sí, para mí hasta ese extremo hemos llegado: cerraré el correo, soplaré en mi teclado, bajaré la pantalla. Me despediré de ti.
Daniel Glattauer

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