jueves, 8 de marzo de 2012

Me llamaba por las noches y nos tirábamos horas colgados al teléfono. En ocasiones pasábamos largos ratos sin hablarnos, cada uno metido en lo suyo, y sin embargo no colgábamos. Nos conformábamos con saber que estábamos a tan solo una par de sonidos de distancia, que podíamos oír la respiración del otro si prestábamos atención. Podía parecer una locura, el pensar que dos personas que ni siquiera son pareja, que se ven todos los días, se tiren horas hablando por las noches sin que tuvieran que contarse nada realmente importante. Sin embargo, eso era lo que hacía sus días completos. El acostarse con el sonido de la voz del otro y levantarse con el recuerdo de aquel maravilloso rato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario