martes, 24 de abril de 2012

Cada vez que debo hablar de mí mismo me siento, en cierto modo, confunso. Me veo atrapado por la clásica paradoja que conlleva la proposición: “¿Quién soy?”. Si se tratara de una simple cantidad de información, no habría nadie en este mundo que pudiera aportar más datos que yo. No obstante, al hablar sobre mí, ese yo de quien estoy hablando queda automáticamnete limitado, condicionado y empobrecido en manos de otro que soy yo mismo en tanto como narrador -víctima de mi sistema de valores, de mi sensibilidad, de mi capacidad de observación y de otros muchos condicionamientos reales-. En consecuencia, ¿hasta qué punto se ajusta la verdad el “yo” que retrato? Es algo que me inquieta terriblemente. Es más, me ha preocupado siempre.
Haruki Murakami, Sputnik, mi Amor. 

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