jueves, 26 de abril de 2012

Hay personas tan guapas que duele verlas, que hacen daño. Sabes a lo que me refiero, ¿Verdad? No digo belleza clásica, de esa de proporciones perfectas, si no más bien hablo de una que se va creando, que va naciendo de esa persona hacia ti, que fluye y va creciendo. Crear pequeños detalles es necesario y preciso, despeinarle las cejas para que te mire mal y haga ese gesto que te vuelve loco, inmovilizar y hacer cosquillas en los pies será estrategia cuando requieras oir su risa. Haciéndole masajes forjarás el vínculo entre la piel y se te grabará en la cabeza la posición de sus lunares, cornisas a las que te agarrarás con las manos a la vez firmes y temblorosas. Gestos infinitesimales, tan pequeños que no hay manera de verlos desde fuera ni de medirlos desde dentro, simplemente están y son lo que son, vuestros pequeños trozos de realidad compartida.

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