lunes, 23 de abril de 2012

Teniamos los ojos difusos..

La miró como se suele mirar a las mujeres en los amaneceres, es decir, como por debajo de la luz, como por debajo del perfume de los árboles, por debajo del ruido tenue de la ciudad dormida. Echó su cabeza para atrás y se dejó llevar por el viento, por las nubes, por el silencio, por el pito lejano de los autos que rompían con sus luces la línea que divide a la luz de la oscuridad.
Rafael Chaparro Madiedo, Opio en las nubes.

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