lunes, 21 de mayo de 2012

Anoche que fue viernes, que la luna me coqueteaba mientras me veía arreglarme, me puse perfume y salí sin ganas. Anoche que fue viernes, que no me sentía atractiva y que el espejo me insultaba, conocí gente. Anoche que fue viernes, que me puse tacones y mi sonrisa era rojiza, volví a verlo.
Desde que dejé de verlo a las 3 me estoy preguntando cómo fue posible que haya vuelto a recaer. Mi eterno detonante de cartas, mi protagonista de infinitas historias. Eres mio así nunca me hayas besado. Eres mio porque te encierro en cada palabra que te dedico. Eres mio, mio, así no sea lo suficientemente guapa para llenar tus requisitos. Eres mio asi me duela. Mio. 
Y fue mio anoche desde ese rincón blanco desde donde lo observaba. Iba y venía tan naturalmente, miraba a todos y sus labios pronunciaban palabras que formaban poemas que alimentaban mis ganas de llegar a volver a escribirle.
-¿Quieres más vino? Me preguntaste y te miré a los ojos por primera vez desde que dije que no volvería a hacerlo. Él no sabe lo que me hace. Él no sabe que es infinito en mi memoria, que aunque pasen 10 años, mis manos aún tiemblan si lo abrazo al saludarlo, si beso su mejilla al despedirme, si me deja en mi casa faltando un cuarto para las 3.
Él no sabe que es sobreviviente de todos lo besos que me han dado, de todas las veces que el sexo se ha disfrazado de amor, de todas las palabras bonitas y las flores y… Siempre he pensando en ti, cariño. El olvido no existe cuando eres tú el que lo reclama. Y no me importa si pasan 10 años más antes de volver a tenerte tan cerca como para reconocer tu perfume, aquí siempre va a haber una carta esperándote.
Letras en desorden.

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