Cerca ya de medianoche, en esas horas en que todo se vuelve dolorosamente nítido o angustiosamente desdibujado.
miércoles, 10 de octubre de 2012
He pasado muchas noches de mi vida sin dormir, antes contaba corderos, ahora cuento cisnes de cuello negro o delfines de panza blanca. Paso horas en la oscuridad, una, dos, tres de la madrugada, escuchando la respiración de la casa, el susurro de los fantasmas, los arañazos de monstruos debajo de mi cama, temiendo por mi vida. Me atacan los enemigos de siempre, dolores, pérdidas, vejaciones, culpa. Encender la luz equivale a darme por vencida, ya no dormiré en el resto de la noche, porque con luz la casa no sólo respira, también se mueve, palpita, le salen protuberancias y tentáculos, los fantasmas adquieren contornos visibles, los esperpentos se alborotan.
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