martes, 23 de octubre de 2012

Llevo un diario desde los 18 años, es un testigo cabal de ciertos momentos de mi vida. Como nadie puede alejarse de la idea de que puede ser leído, siempre se oculta y se cifran muchas cosas. Lo que te ocurre es que no escribís todos los días, sino justamente cuando te pasa algo. Uno necesita de esa catarsis  por eso los diarios suelen ser tan dolorosos y patéticos. Porque cuando uno está contento no va escribirlo. Por eso los diarios dan la impresión de ser testigos permanentes de un dolor que no es verdadero. 
Abelardo Castillo

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