domingo, 2 de diciembre de 2012

¿Qué hago echándote la culpa?, ¿qué hago? Me lavo las manos. Me las lavo porque no soy capaz de captar mi propia responsabilidad en este asunto. Solo puedo denominarlo como vergonzoso, se lo atribuiré a mi falta de tacto, y diría que, de una u otra manera, en el momento en que pise este cielo de madera –suena a incoherencia de mi parte, pero ya entenderás— yo tenía en reserva todas las consecuencias que contraía quererte. Te lo dije, jamás fui una buena opción de bando.

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