lunes, 14 de enero de 2013

Mi apetito aun no ha llegado, y los temblores no cesan, empiezo a comprender porque la niebla se aproxima a estas horas, y del cual me siento tan agradecida. Mis ojos comienzan a perder realidades y algo dentro de mi me dice que duerma, "Solo cierra los ojos, bebe".
Cuando me levanto, ya es medio día, y la mujer del espejo no me devuelve la mirada, me encuentro usando un vestido que no recuerdo exactamente cuando me lo puse, y cuando lo compre. Ya nada tiene sentido, y el solo recordar me produce nauseas. Las premoniciones no tardan en aparecer, y el caminar no me alivia como solía hacerlo. Supongo que he dejado de ser lo que era, porque ahora ni el me reconoce. ¿Como puede hacerlo si yo he dejado de intentarlo desde hace tanto tiempo?.
Resulta que hoy es martes, y el invierno apenas se esta terminando. La lluvia no aparece, mi estomago se retuerce y mi teléfono no deja de sonar.
Al parecer todavía pienso en ocurrencias ilógicas, y el sonido de los colibríes es lo que me tranquiliza.
Un perro ladra, una sonrisa se aparece ante mi, y lo único que puedo hacer es recordar.
Dibi

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