Éramos fuertes, lo suficiente como para permanecer en un abrazo sin desmoronarnos,
pero al mismo tiempo débiles, esclavos por completo de nuestro silencio. No
podía abrazarlo y decirle al mismo tiempo que si este fuese nuestro último día juntos, es decir, en el cual
habitásemos el mismo espacio... de seguro lo gastaría ahí, entre sus brazos,
como siempre quise hacerlo, como nunca pude.
lf
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario