sábado, 31 de agosto de 2013

"El ruido sordo y hueco lo ha producido la caja, Ed. Eso es lo que te dejo. La encontré en el sótano y  la cogí cuando nuestras cosas ya no cabían en el cajón de mi mesilla. Además pensé que mi madre podría encontrar algunas de ellas, porque le gusta fisgar en mis secretos. Así que metí todo en la caja  y esta dentro del armario, y encima amontoné algunos zapatos que nunca me pongo. Cada uno de los recuerdos del amor que compartimos, los tesoros y despojos de esta relación, como la purpurina en  los desagües cuando un desfile ha terminado, toda arremolinada contra el bordillo. Voy a tirar la caja entera de nuevo en tu vida, Ed, cada objeto tuyo y mío. Voy a tirarla en tu porche, Ed, aunque es a ti a  quien estoy tirando.  El ruido sordo y hueco me hará sonreír, lo admito. Algo poco habitual últimamente, ya que en los  últimos tiempos he sido como Aimeé Rondelé en El cielo también llora, una película francesa que  no has visto. Interpreta a una asesina y diseñadora de moda que solo sonríe dos veces en todo el  metraje. La primera, cuando sacan del edificio al matón que liquidó a su padre, pero no estoy  pensando en esa vez. Es en la del final, cuando consigue por fin el sobre con las fotografías y, sin  abrirlo, lo quema y sabe que todo ha terminado. Recuerdo la imagen. El mundo vuelve a ser lo que  era, es lo que dice su sonrisa. Te quise y ahora te devuelvo tus cosas, las saco de mi vida como a ti,  es lo que dice la mía. Sé que no puedes imaginarlo, tú no, Ed, pero tal vez si te cuento toda la historia la entenderás esta vez, porque incluso ahora quiero que lo comprendas. Ya no te quiero, por supuesto  que no, aunque todavía quedan cosas que mostrarte. Sabes que me gustaría ser directora de cine; sin embargo, tú nunca fuiste capaz de ver las películas que surgían en mi cabeza, y por eso, Ed, por eso rompimos. "
Daniel Handler

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