lunes, 16 de diciembre de 2013

"Un día, ya no se sabe cuándo ni cómo, en uno de esos encuentros, entre las sábanas revueltas de un hotel, él dijo que la quería. Lo dijo con esa voz adormecida que a ella le gustaba tanto (y que la hacía pensar en cigarrillos, aunque ninguno de los dos fumara, y en café, aunque ninguno de los dos tomara café), y sopesó esas palabras sintiendo pánico y felicidad, pánico y triunfo: pánico. Y dijo (porque hay un momento para decir esas cosas, y ese momento es siempre un momento frágil, pasajero) que ella también lo quería, y se sintió sincera pero irresponsable, la protagonista de una película absurda. Ese día ella lloró abrazada a él, pero él no lloró, y entonces ella ya no volvió a llorar. Así es como, a veces, se dirimen las cosas."

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