Sentir su respiración tan cerca era casi como llenarme los pulmones de todo el sentimiento que expulsaba cada que el aire le salía por la nariz, mientras que sus ojos y sus manos iban escribiendo infinidades de poemas en mi rostro. Yo lo dejaba ser pluma y me gustaba ser papel, quería convertirme en ese libro escrito por él mismo, esa clase de libros que atesoras, que no le das a nadie, que guardan tus historias, ese libro a donde corres siempre sin importar qué estés sintiendo, porque él te protegerá.
Laura Fuentes
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