sábado, 25 de febrero de 2012

¡No puedo vivir sin mi vida, no puedo vivir sin mi alma!


No siento mi cuerpo, no siento mi alma, ¿la habré extraviado?... Solo veo rojo a mí alrededor. Rojo sangre que cubre mi cielo, que recubre mis heridas y las escose como fuego. Las serpientes rojas se deslizan por todo mi cuerpo, puedo sentirlas reptando y sujetando mi carne, sin embargo ya no siento dolor, no siento nada. Ojos de color venganza se adentran en mi mente, apoderándose de mi voluntad. Rompen poco a poco un lazo que se empezaba a formar. Ocultan la felicidad y me hunden en la oscuridad. Antes no entendía el por qué de mi existencia, ahora sé que siempre hubo un propósito. Y por más que quiero negarlo sé que es este. Solo hubiera querido que mi propósito hubieras sido tú. En verdad trate de protegerte. Pero al final no pude hacerlo, fui yo quien te hirió. Nuestro destino es odiarnos, siempre fue ese. Quisimos negarlo, la atracción era inmensa y eso es lo que nos llevara a terminar lo que empezamos. Poco a poco estoy empezando a olvidarte. Ya no recuerdo tus labios, ni el sonar de tu voz, el color de tu cabello se deshizo como hilos de humo en el aire y tu perfume se mezclo con el olor a sangre. Te estoy olvidando y me asusta pensar que pronto ya no te recordaré. Mi mente te expulsa y mi corazón terco te aferra, o al menos recupera los fragmentos destrozados de ti. Solo un constante hay…uno que no puedo quitar, por el cual aun vives en mi. Tu mirada. Tengo frío. Y no son paredes de piedra las cuales me aprisionan, el frío proviene de muy dentro de mí. Mi sed aumenta y mi hambre también. Ya no puedo reconocerme. Pronto acabare con todo, todo se vendrá a mis pies y por fin ella podrá liberarme. Ella es mi salvación. La luna de rojo se teñirá muy pronto. Y cuando eso ocurra… ¡Tú serás la siguiente Cuentista!            
Brizz Briseira                     

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