Hace tiempo te había prometido muchos poemas de amor y -ya ves- no podía escribirlos. Tú estabas junto a mí y es imposible escribir sobre lo que se tiene. Lo que se tiene siempre es poesía. Pero ya han comenzado a unirnos cosas definitivas: hemos vivido la misma soledad en cuartos separados -sin saber nada el uno del otro-, tratando -cada uno en su sitio- de recordar cómo eran los gestos de nuestras caras que de pronto se juntan con aquellas que ya creíamos perdidas, desdibujadas, de los primeros años. Yo recordaba los golpes en la puerta y tu voz alarmada y tú mis ojos neutros, soñolientos aún. Durante mucho tiempo me preguntabas qué cosa era la Historia. Yo fracasaba, te daba definiciones imprecisas. Nunca me atreví a darte un ejemplo mayor.
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