martes, 27 de marzo de 2012

Juro que ayer pude escucharte caminar de vuelta a la cama. No con tus pasos pesados y tu tronadera de dedos de cuando estas molesta, esta vez fue diferente. Caminabas apenas tocando el suelo con tus pies ligeros, como si no quisieras que supiera que has vuelto porque algo no salió en tu plan. No pude sentir que entraras entre las sabanas y me abrazaras como normalmente lo hacías con tus “sigilosas” escapadas y, no sé cómo, pero, sin sentirte, sabía que estabas ahí. ¿Qué salió terriblemente mal? ¿Y qué te trajo de vuelta? ¿Cómo que es que has vuelto a meterte en mis sueños? Creo que no lo entendiste, pero cuando te marchaste me volví un hombre de cristal, transparente hasta la piel. Y no te extraño, te pienso mas no te extraño.
Tanto tiempo me pregunte que había sido de ti y ahora me doy cuenta que de ti no fue nada, como tampoco lo fui yo; una sonrisa diaria que desvanecía desde ayer, una primavera que muere tan pronto llega. Hemos sido tantas cosas por tanto tiempo que el tiempo ha envejecido y no quiere verse desfigurado otra vez. Descubre los huesos de mi costado, devuélveme la costilla que has arrancado y, ahora sí, márchate en paz, que mi alma es polvo, polvo de oro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario