sábado, 28 de abril de 2012

El hecho es que uno construye para sí grandes historias y puede seguir creyéndolas durante años, no importa que sean locas e inverosímiles; se las lleva encima y punto. Se puede incluso ser feliz, por cosas de esta naturaleza. Feliz. Y esto podría no terminar nunca. Luego, un día ocurre que algo se rompe en el corazón de ese gran artefacto fantástico, tac, sin ninguna razón, se rompe de improviso y tú permaneces allí, sin entender por qué razón toda aquella historia fabulosa ya no la tienes encima, sino delante de ti, como si fuera la locura de otro, y ese otro eres tú. Tac. A veces basta una insignificancia. Aunque sea sólo una pregunta que asoma. Eso es suficiente.
Alessandro Baricco, Oceano Mar.

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