domingo, 14 de octubre de 2012

"A lo mejor no me quieres y son todo sueños míos. A lo mejor, nunca me has querido… Ni siquiera cuando en tu mirada podía ver los escalofríos de tu piel al tocarme. Puede que ni siquiera entonces me hayas querido.
A lo mejor, ya no lo sé, no querías retenerme aquel día que te dije que me marchaba y me abrazaste durante una eternidad, con el rostro hundido en mi cuello, con tu respiración nerviosa acariciando mis hombros, sentados en el suelo, desnudos de ropa y cubiertos de silencio. Un silencio que sólo al rato rompiste para susurrarme: “Quédate”. Pero me fui… Salí huyendo de tu abrazo infinito, de la soledad que te envolvía y quería devorarme, de la tristeza que se apoderaba de tu voz y de ese miedo que llevas pegado en la piel. Salí de allí temblando, con tus ojos tristes arañándome el corazón y acariciándome el recuerdo de tu último beso en mi cuello. A día de hoy, todavía maldigo el momento en el que traspase el umbral de la puerta… Caminé, aquél día caminé bajo la lluvia durante mucho tiempo, siguiéndole el rastro a mis recuerdos, perdiéndome en la ciudad como me perdía siempre en tu alma. Y a cada paso, me negaba a aceptar que te había sentido, que por primera vez me habías dejado colarme por una rendija de tu piel, que habías bajado la guardia y me habías mostrado la confusión con que te vestías cada mañana. Y me encontré de pronto en una calle que no conocía, desorientada, cansada de caminar, tragándome las lágrimas. Sintiéndome extranjera en mi propia ciudad. Igual me sentía tantas veces frente al mapa de tu cuerpo…
Después de aquello llegaron nuevos silencios. Tuyos y míos. Largos y densos. Hostiles y amargos. Y llegaron con ellos más confusiones, más desencuentros. Más soledad teñida de rabia unas veces y envuelta, otras, en calma. Pero nunca el olvido. Ni tuyo ni mío. Ni nuestro… Como un castigo que nos devoraba las entrañas, apartándonos la piel para acercarnos el recuerdo. Con eso creímos que la herida cerraría, que el olvido llegaría un día para llevarse nuestros nombres. Pero no, el olvido no llegó.
Y ahora, a lo mejor, ya no estoy en ningún sitio porque estoy a medio camino entre tus labios y tu espalda, perdida en la mitad exacta de tu ayer y tu mañana, en medio de tu olvido y tu recuerdo, en algún punto inconcreto e incorrecto."

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