"Querida María.. ¿Sabes tu dónde sera la batalla próxima en que perdamos la guerra contra la soledad? ¿No? Vaya.. Yo tampoco. Pero presiento que no está muy lejana. ¿Recuerdas ese viaje a Praga? Todas aquellas interminables horas de tren, con el alma encogida de tanto amor y los ojos rebosantes de alegría. ¿Lo recuerdas? Yo también.. Cómo lo iba a olvidar. Ahora.. Pequeña, los tiempos han cambiado. Fuimos esparciendo nuestros sueños por esa ciudad hasta que, de pronto, se truncó todo. Tu alma dejo tu cuerpo y tus ojos se cerraron. Ahora tu estás en esta cama fría y ancha, inmóvil y pálida, y los médicos dicen que no volverás. Pídeme lo que quieras, María, lo que quieras, que lo haré si eso consigue hacerte regresar. Si quieres la Luna, la tendrás, pues fuiste tu la que me dio alas. Si quieres el Sol.. Dios María, también lo tendrás, aunque tenga que quemarme las plumas, porque fuiste tu la que me subiste hasta él con un suave roce de tus pestañas en mi mejilla. Y si quieres lluvia, tu amada lluvia, no te preocupes, que la traeré hasta esta misma habitación, pues el dolor que me causa tu pérdida hace días que no para de brotar de mis ojos. Ay María.. Te echo tanto de menos.
Te recuerdo que antes de rendirnos, fuimos eternos."
Te recuerdo que antes de rendirnos, fuimos eternos."
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