domingo, 2 de diciembre de 2012

Era como si le hubieran robado exactamente la mitad de casi todo. Quedaban la mitad de los libros, la mitad de los CDs, la mitad de las películas, la mitad de su vida. La otra mitad se la había llevado él, aprovechando su ausencia. Se sentó en su mitad de sofá y contempló lo vacía que había quedado la otra mitad de su existencia. Y se volvió a preguntar por qué nos empeñamos en llenarla siempre con otra persona.

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