lunes, 30 de abril de 2012

Tanto tiempo huyendo de esta represalia horrorosa del sufrimiento para darme cuenta que mi vocación es la de escritor. En este orden de ideas hay cabida para un único desorden, el amor. El amor hacia la escritura, hacia las personas que escriben, hacia las que aún no saben escribir, las que ya escribieron y murieron, las que escribirán sin ser publicados, los que fueron personajes escritos, los que sueñan con ser personajes de libros, los que leen, los que leen miradas, los que escriben su vida  con la propia existencia. Lo nombro porque es un regalo, es un don, es un parto, es un dios, es un karma, es un reto, es un soporte, es una perdición, es una redención, es amor, es odio, es compañía, es soledad, es una práctica, un proceso complejo del que una vez sumergido no logras salir con vida, al menos con la vida que llevabas.
Ana María Figueredo

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